YA PASARON 32 AÑOS Y LOS MATAMORENSES NO OLVIDAN LAS MUERTES VIOLENTAS DE LOS SATÁNICOS.
Hace tres décadas ocurrió un crimen que marcó para siempre la historia del sur de Texas y el norte de Tamaulipas: la desaparición y muerte de un estudiante universitario, cuyo cuerpo fue encontrado un mes después como parte de un ritual satánico en un rancho de Matamoros.
Autoridades del condado Cameron calificaron el caso en aquel entonces como una secta de narcotraficantes seguidores de un culto satánico que sacrificó a más de una docena de personas.
Sus cuerpos fueron encontrados descuartizados en abril de 1989 en el Rancho Santa Elena que se ubica en el kilómetro 26 de la carretera Matamoros-Reynosa.
“Era horrible. Honestamente, era como un matadero humano,” expresó Alex Pérez, exalguacil del condado Cameron.
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Entre las víctimas del clan se encontraba Mark Kilroy, un joven estudiante de Medicina que fue elegido al alzar por los narcosatánicos para ser sacrificado. Pero, ¿por qué?
De acuerdo con Jim Mattox, exprocurador general de Texas, era para “obtener las bendiciones de los esfuerzos del vudú y continuar sus actividades de contrabando.”
Autoridades dijeron que los contrabandistas seguían las órdenes de su líder, Adolfo De Jesús Constanzo, conocido como “El Padrino”, quien practicaba la religión afroantillana conocida como “Palo Mayombe” para que la policía no los detuviera, las balas no lo alcanzaran y para seguir haciendo dinero del narcotráfico.
Desde 1989 Matamoros no se ha podido sacudirse del estigma de ser la cuna de los “narcosatánicos”, una banda de traficantes de droga comandados por Aldolfo de Jesús Constanzo, un joven de ascendencia cubana originario de Miami que pasó a la historia bajo el sobrenombre de “El Padrino”.
Sin embargo, en la pesquisa sobre la desaparición de Kilroy, autoridades detuvieron a Serafín Hernández García, Sergio Martínez Salinas, David Serna Valdez y Elio Hernández Rivera. Hernández García confesó haberlo secuestrado y matado.
En 1989, Kilroy estudiaba medicina en la Universidad de Texas en Austin y esa primavera, él y sus amigos pasaron sus vacaciones de “Spring Break” en la Isla del Padre Sur.
En la noche del 14 de marzo, Mark y sus amigos decidieron continuar la fiesta y cruzar a Matamoros, pero a las 2 de la madrugada, decidieron regresar por el puente fronterizo. No obstante, Mark se quedó atrás y a partir de ese momento, la fiesta se tornó en una pesadilla.
“Sólo me dijo no te preocupes Carl, eres mi amigo. Y esas fueron las últimas palabras que me dijo y fue entonces que nos dijimos adiós y cada quien por su lado. Y esa fue la última vez que vi a Mark,” contó Carl Routh, amigo de Kilroy, sobre aquella noche.
Los amigos de Kilroy notificaron su desaparición a las autoridades y a los padres de Mark diciéndoles que se había perdido en México. Los padres de Kilroy viajaron de Houston a Matamoros para ofrecer una recompensa de $15,000 con la esperanza de encontrarlo. Pero, el 11 de abril llegó la mala noticia.
Y es que encontraron los restos de Kilroy en el Rancho Santa Elena donde la policía también encontró los cuerpos mutilados de otras 13 víctimas a las que les habían sacado algunos órganos para preparar un brebaje para ser utilizado en ceremonias de santería.
Detrás de la muerte de Mark, estaban “El Padrino” y su discípulo Sara Villarreal Aldrete, quien era una joven divorciada y estudiante de educación física de Brownsville. Villarreal Aldrete era amante de “El Padrino” y conforme a las autoridades, tenía un papel protagónico en los rituales, así como también reclutaba a nuevos miembros de la secta.
El 5 de mayo de 1989 Villarreal Aldrete fue detenida durante un operativo en un apartamento en Ciudad de México. En ese operativo, Constanzo pidió a uno de sus seguidores que le disparara y Sara habría quedado sola para encarar a la justicia.
De los cuatro miembros del culto conocido como los narcosatánicos, sólo tres permanecen recluidos en el penal de Ciudad Victoria en Tamaulipas purgando una condena de 47 años. El cuarto miembro, Elio Hernández Rivera, murió en prisión. Y Aldrete purga una condena de 62 años.
Treinta y dos años después del caso Kilroy, la comunidad se resiste a dejar en el pasado los crímenes de los narcosatánicos.
El periodista Francisco Cobos quien documento los horripilantes hechos junto con varios periodistas dijo lo siguiente a la revista Hora Cero…
“Es un caso que no se podía digerir fácilmente, yo en lo particular tenía pesadillas. El hecho de ir a ese rancho y ver los lugares donde habían sido sacrificados seres humanos, mirar la excavación con unos trascabos de las autoridades sacando los restos ahí del lugar, repito, no solamente de Mark Kilroy, sino de otras víctimas más, fue algo escalofriante.
“Además escuchar los testimonios en ese entonces. Recuerdo que el comandante Juan Benítez (de la Policía Judicial Federal) hizo una conferencia de prensa donde se dieron a conocer las aprehensiones y presentaron a los detenidos, quienes nos narraron con todo lujo de detalle la saña con la que habían sido asesinadas esas personas, entonces fue algo escalofriante que no tan fácilmente digerimos como periodistas quienes, incluso, estábamos incrédulos ante esa versión y que en nuestras redacciones no nos creían de lo que estábamos escribiendo en ese momento.
“Fue un evento muy traumático tanto para la sociedad como para quienes lo cubrimos y a como lo narraban los homicidas, los verdugos no tuvieron remordimientos.
“Recuerdo muy bien que a sangre fría fueron dando los detalles en esa conferencia de prensa que se organizó en las instalaciones de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) en Matamoros.
“Me acuerdo perfectamente que ante el gran número de periodistas que habíamos se hizo desde el techo del recinto. Los policías ahí presentaron a los detenidos y desde ellos escucharon las preguntas de todos los periodistas que estábamos en el patio y fue la única manera en la que pudimos caber todos los reporteros que había de todas partes del mundo”, evoca.
–Con la experiencia que le dan sus años de trabajo como profesional, ¿qué es lo que más le sorprendió de las cosas que pueden llegar a cometer los seres humanos?
“Como periodista verdaderamente me asombro cada vez más las cosas que podemos hacer. En particular ese caso fue algo traumático. Aún hoy la sigo recordando como una de las coberturas más memorables y que más impactaron mi vida. Se sorprende uno de las cosas que pueden hacer las otras personas, pero más lo que pueden llegar a hacer por dinero, porque finalmente los crímenes eran por dinero.
“Es decir, ellos hacían un pacto diabólico, satánico, para poder controlar y protegerse en el negocio, que finalmente su fin era la obtención de dinero. Es increíble cómo puede alguien matar a una persona o varias, torturarlas de esa manera, hacerlas como un sacrificio satánico con el único objetivo de tener protección para adquirir más dinero.
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